Los seres vegetales nos muestran la información que guarda el cuerpo: memorias, tensiones, heridas, saberes. Las plantas ayudan a regenerar la energía vital, desinflaman, relajan, activan información que ya estaba en nuestros tejidos, pero nosotras debemos abrirnos a ese proceso reparador: el rol sanador de escucharnos y permitir que ese diálogo humano – vegetal coopere en nuestra salud nos corresponde. Las plantas siempre fueron parte de nuestra sexualidad. Tienen la capacidad de calentarnos, relajarnos, nutrirnos: todo lo vital para el cuerpo.
El vínculo con la tierra refleja el vínculo con el cuerpo: ¿explotamos a ambos en pos de lo productivo? ¿tienen espacio en nuestra vida? ¿escuchamos lo que nos piden para estar vivos y saludables?
Si queremos que los seres vegetales nos acompañen, tenemos que cultivar el vínculo con nuestro cuerpo que es quien porta la información vital sexual creativa que se activa y nos pide ser escuchada. Volvernos cuerpo hogar tierra refugio posible: habitar esto que somos.
Acompañarnos con plantas implica dejar de darles la responsabilidad de sanarnos y comprender que si, los seres del mundo vegetal dialogan amablemente con el cuerpo reestableciendo la energía, calentándonos, nutriéndonos pero debe haber del otro lado un cuerpo humano disponible a abrirse, respirarse y bucear en lo desequilibrado en ese proceso reparador.
El mundo externo a veces no coopera pero a veces, lo más vivo y saludable siempre estuvo ahí para nosotrxs y para vincularse con nuestra salud.
A veces somos nosotrxs lxs que apuramos nuestros procesos de sanación o buscamos la respuesta afuera sin reconocer todo el saber que el cuerpo guarda: a veces nos cuesta reconocernos nuestra tierra.
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